jueves, 16 de agosto de 2012

"SIN TÍTULO" Por María Belén Alonso


<< Esa tarde los hijos del flaco iban a ir a tirar las cenizas de su padre al rio y por fin no iba a haber nadie en la casa. Así que ella habló con su hermano para que vinieran muy temprano a buscar  todo el equipo de grabación. Él le daría un mejor uso, seguramente.
Cuando escucho alejarse la chata, sintió un escalofrío. Ya estaba hecho. Ojala entendieran  que lo había hecho por el bien de ellos. Ojala esto sirviera para que frenaran esa lucha sin cuartel por quien se quedaría con ese legado, gobernada más que por la ambición, por la angustia y la frustración de haber perdido al ser que mas los amaba. No podían separarse justo ahora. Se necesitaban más que nunca. Ella no lo iba a permitir. 
Y su hermano supo aprovechar la oportunidad. Apenas llegaron a la escuelita de música de la villa, bajaron todos los equipos y con la ayuda de un  amigo electricista acomodaron todo antes que llegaran. Por fin iban a poder grabar el demo para enviar a la productora. Los chicos estaban esperanzados en ser elegidos para acompañar a Roger Waters en River y practicaban ilusionados tres veces por semana, soñando en cantar sobre un escenario grande. Ojala esa oportunidad les abriera la puerta al futuro promisorio que tanto necesitaban para seguir.
Y se les dió. Una noche tibia se subieron a un escenario de verdad por primera vez. Sus caritas estaban radiantes. Tocaban el cielo con las manos. Y mientras disfrutaban ese instante único, en cada una de esas cabecitas sueños de una vida mejor se proyectaban: se convertían en cantantes famosos, ayudaban a sus familias, viajaban, ponían una escuelita de música, se podían comprar unas zapas nuevas y  los instrumentos que necesitaban para su vocación. Esa noche eran escuchados por miles de personas. Miles de almas les prestaban atención. >> María Belén Alonso

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