viernes, 31 de agosto de 2012

"EL PRIMER ALETEO" Por Rebeca Álvarez Rojas

En un día brillante, carente de nubes bloqueando el azul, la Princesa Celeste, recostada sobre un rayo de sol, observa con detenimiento a los misteriosos humanos que dan pasos indecisos en su camino, como si solo pudieran ver el suelo que están por pisar y no sintieran la compañía de otros que van a su lado, pasan sin percatarse de esa breve  brisa que desprende un movimiento vivo. La princesa envidia a esos humanos, odia el castigo que el Rey celestial le impuso: la separo del mortal que la amaba y perdió su corazón en el exilio, condenada a tejer nubes sobre el cielo terrestre en la eternidad, y recordando a su soledad  comienza a tejer nubes espolvoreadas lo más rápido que puede, pero sin descanso sus manos se debilitan y paran de tejer volviendo a sus sueños perdidos. Ella se resiste y, abatida, toma hilos de luz de  las estrellas,  con ellos une a los humanos formando una lúcida red que los dejará unidos a su mundo, que no los dejará sufrir. La red comienza a moverse impulsada por algo invisible,  por los sentimientos desprendidos que se esconden en palabras, en gestos, en miradas…y así las acciones cobran vida, sacuden los hilos hacia todas direcciones, columpiando a otros futuros sin importar lo alejados que parecían. Una mujer extiende su mano y recibe otra a cambio, un hombre canta un mensaje y penetra como viento invernal los oídos y los corazones de muchas más, todas estas acciones por minúsculas que sean  logran extender un soplo infinito que hace vibrar los hilos de luz que unen todo y solo así produce  el nacimiento de una mariposa que, resplandeciente entre aleteos, extiende el sentimiento que la vio nacer. Pero en ocasiones la mariposa cae en pleno vuelo cuando vacilan, cuando creen que sus palabras pierden el sentido. La Princesa se ata a los humanos deseando transformarse en una mariposa.
Rebeca Álvarez Rojas


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