miércoles, 8 de agosto de 2012

"EL GRITO DE JUAN" Por Salvador Robles Miras


<< La anciana María arrastraba penosamente el carrito de la compra. Su vecino Juan, que llevaba más de un año enemistado con ella por un asunto doméstico, estaba asomado a la ventana en ese momento, y, al ver a la mujer, tan frágil, en semejante apuro, en un arrebato humanitario, acalló la voz imperativa del orgullo con un insólito grito emergido de lo más hondo de sus adentros, el nicho en el que, desde hacía años, anidaba su bondad, y corrió al encuentro de la mujer. 
 -Déjeme, María, ya le llevo yo el carrito. Pesa mucho para usted.
 -Demasiado. Gracias, Juan –dijo la anciana posando la mano afectuosamente en el hombro de su vecino.
 Al llegar a casa, María, con la sensibilidad a flor de piel tras el gesto humilde y grandioso de Juan, decidió llamar por teléfono a su hermana, Matilde, con quien, por problemas de herencia, llevaba enfadada más de un lustro. Hicieron las paces al instante. Matilde, por su parte, emocionada por la actitud conciliadora de María, se encaminó rauda a la casa de su nuera, Alicia, para disculparse por las duras palabras que le dirigió en la riña verbal en la que se enredaron recientemente. Asimismo, Alicia…  
Al atardecer de aquel día en que, en pleno otoño, lucía un sol de primavera, Juan, desde la ventana de su vivienda, vio pasar una bandada de mariposas multicolores. Las mariposas más hermosas que había visto en su vida. Se dirigían a otra ciudad, tal vez a Hong Kong, acaso a Nueva York. >> Salvador Robles Miras.

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